lunes, 12 de octubre de 2009

Novela

Estoy escribiendo una mini novela. Solo he escrito un capítulo, realmente es un tema agotante, ya que requiere mucha imaginación y dedicación, sabran entender que me demore en escribir.

Les dejo la direccion

http://convistaaljardin.blogspot.com

Gracias por sus comentarios

domingo, 11 de octubre de 2009

Cumbia? no.

Cristian, un conocido mío, es un flaco de 34 años, que trabaja en un banco y hace 5 está en pareja con Fernando, un abogado. Ambos comparten una casa en Palermo y tienen un buen pasar. Les gusta la música electrónica y se los puede encontrar generalmente en Pachá o en alguna fiesta privada en alguna quinta de la zona de Moreno.

Hace un par de años, por una cuestion de celos, esta pareja decidió separarse. Cristian, quien tenia toda su familia en el interior de la provincia se fue a vivir temporalmente a la casa de Luis, un amigo de él, y dejó su casa, su auto, el perro y a Fernando en Palermo. Un sábado, como a las tres semanas de haberse separado y por presion de Luis, Cristian decidió salir a bailar y a estrenar su soltería. Fueron a Amerika.

Estaban en el boliche cuando Cristian notó que otro pibe lo miraba mucho, se acercó a éste y empezaron a hablar. Se llamaba Miguel, tenia 25 años, y trabajaba de operador telefónico para Tarjeta Shopping. El pibe parecía piola, estaba lindo, y entre los dos surgió la química. Como la pasaron bien que decidieron verse entre semana. Asi fue como Cristian lo llamó y fueron a almorzar juntos el miércoles. Miguel lo invitó a ir el sabado a su departamento en Quilmes, ya que su compañero de piso, Matías, cumplía años y organizaban una reunión. Cristian aceptó y como ese día Miguel trabajaba hasta las 8 de la noche, quedó en esperarlo a esa hora en la puerta de su trabajo.

El sábado, puntualmente Cristian estaba esperando a Miguel en la puerta del call center donde este trabajaba. Cuando salió, Miguel le dijo que debian ir a tomar un colectivo detrás del correo. "Colectivo hasta Quilmes, por que no tomamos un taxi o remis?" pensó Cristian, quien hacia años que tomaba un colectivo solo en forma ocasional cuando no andaba el subte. Esperaron como 45 minutos que llegara el colectivo, y hacia Quilmes fueron, en un viaje que tardó una hora.

Cuando se bajaron del bondi, Cristian estaba con algo de temor, eran mas de las 10 de la noche y el lugar era una villa. Miguel viendo el temor de mi amigo, intentó calmarlo diciéndole "no te hagas problema, mi vieja vive en el barrio, a mi me conocen todos acá, no nos van a afanar, a lo sumo nos piden 5 pesos para una birra"

Caminaron unas 12 cuadras hasta que llegaron a un edificio de tres plantas donde estaba el departamento de Miguel y Matías. Subieron las escaleras hasta el segundo piso y al entrar al departamento lo primero que le llamó la atención a Cristian fueron la cantidad de minas que había. Eran las 8 hermanas de Miguel, y una tía. Las minas en su mayoría habian ido con sus maridos o novios, y algunas habian llevado a sus hijos. El departamento de tres ambientes era chico y estaba a reventar de gente, los grandes sentados como podian en las pocas sillas y sillones, los pides correteando.

Miguel le explicaría luego que Mary su tía, de unos 42 años, era en realidad su hermana mayor, que habiendo nacido cuando su madre era muy jóven, como a los 14 años, fue criada por su abuela como si fuera una hija más. Osea que en la familia eran 10 hermanos? No. Miguel tenia un par de hermanos mas que no habían ido a la fiesta, uno de ellos por que no se bancaba la homosexualidad del hermano y el otro porque estaba preso. Eran 12 hermanos en total, todos de la misma madre, pero no del mismo padre.

Cristian conoció a Matías y a la pareja de éste, Claudio. Un par de loquitas andróginas y estereotipadas, como salidas de una peluquería de barrio. A esta altura Cristian ya se sentía incómodo y Miguel no tuvo mejor idea que presentarselo a toda la parentela como "su novio".

Lo que era la parentela... Todos parecían haberse vestido en La Salada. Todo trucho y con la peor combinación de colores posible. Le ofrecieron de beber. Las opciones eran, vino tinto frío con jugo de naranja, coca o cerveza. Optó por lo último.

Pasadas las 12 trajeron la torta del cumpleaños y empezó el jolgorio, la música a todo lo que daba el estereo. Que música pusieron? Cumbia obviamente. Cristian quien no soportaba la cumbia y menos cuando la ponen a 2000 decibeles sólo pensaba en la forma de desaparecer de la susodicha reunión. El se habia imaginado que iria a una casa donde se reunirian para la previa por el cumpleaños del otro flaco, habr{ia una picada, tomarian unos tragos, y después se irian a algun boliche a celebrar, y no que estaría en una sucursal de Metrópolis.

En este punto coincido con Cristian. No entiendo por que a la gente que le gusta la cumbia, solo puede disfrutarla cuando el sonido de la música le taladra los tímpanos. Si se escucha cumbia, tiene que ser "al taco". A mi no me cierra.

Mientras Miguel se lucia bailando con alguna otra de sus hermanas, la numero 5 o la 3, ya que eran tantas que Cristian no podia recordar los nombres, Mary, la hermana-tía, se le acercó y le empezó a hacer preguntas personales, a que se dedicaba, que edad tenía, donde trabajaba? Estaba tanteando al candidato a cuñado. Intentó en tres oportunidades sacarlo a bailar cumbia, a lo que Cristian se rehusó, indicandole que a él no le gustaba la cumbia para nada. "Que lástima, a Miguel le encanta, mirá como baila, se pasa todo el día escuchando cumbia" fue la respuesta de esta chica.

Poco antes de las 4 de la mañana, las parejas con hijos decidieron retirarse a sus hogares, y las otras planificaban de seguir el jolgorio en alguna bailanta cercana. Miguel quería ir, Cristian no. Por lo que fingiendo estar descompuesto, le dijo a Miguel que le pidiera un remis y que él fuera a bailar. Al principio Miguel no quería dejarlo ir y le ofreció que se quedara a dormir allí, pero Cristian ya habia cubierto su cuota de Quilmes y sólo deseaba regresar a la Capital, al departamento de Luis, su amigo.

Llegó el remis y le cobro como 65 pesos el viaje hasta Villa Urquiza. Cristian me dijo que no estuvo tranquilo hasta que el coche cruzó el puente Pueyrredón dejando atrás el conourbano. Obviamente nunca mas se vieron con Miguel. Cristian se hizo el boludo y cada vez que este lo llamaba postergaba una posible reunión, un día Miguel no llamó más.

Que fue de la vida de Cristian? Como a las 3 semanas de este evento, se reconcilió con Fernando su pareja.

sábado, 10 de octubre de 2009

Una indigestión

Una amiga de mi hermana en Perú, le refirió en cierta ocasión lo que le pasó a su hija Micaela cuando esta tenia 19 años. Micaela era delgada, muy delgada y siempre gustó de usar ropa holgada, como una forma de disimular su delgadez. La chica era un poco rebelde, por lo que los diálogos entre madre e hija eran poco frecuentes.

Una tarde, a la hora de la siesta, Micaela, llamó a su madre y le pidió que por favor, la llevase hasta la asistencia o al hospital público, ya que "algo le había caído mal y estaba con indigestión". Su madre, al principio, pensando que la indigestión era producto del olluquito con charqui que habian almorzado le ofreció un te de yerba luisa, el cual Micaela rehusó. Luego le preparó unas sales de frutas, las cuales también rechazó. Ya para ese entonces, la nena se quejaba mucho del dolor y le rogaba a la madre que la llevara a hacerla atender, por lo que la subió al coche y al hospital fueron.

Entraron a la sala de urgencias y a Micaela la pusieron en una camilla y se la llevaron, su madre quedó esperando afuera. Pasaron un par de horas y no había novedad de la nena, por lo que la señora entró a impacientarse. Le preguntaba a las enfermeras por el estado de su hija y nadie sabía darle información, hasta que vio salir a uno de los médicos, se acercó y le dijo "Doctor, soy la madre de Micaela Robles, quería saber cuanto tardaran en darle el alta para llevarla a la casa", el médico la miró intrigado y con rostro circunspecto le dijo "Señora, en estos momentos su hija está en trabajo de parto, luego del cual seguramente quedará internada un par de días, no vamos a darle el alta inmediatamente".

"Como que está con trabajo de parto?" exclamó esta buena señora "Usted debe haberse confundido, mi hija lo que tenía era dolor de estómago por el olluquito con charqui de este mediodía". "No señora, su hija tiene un embarazo a término de 39 semanas, no se había dado usted cuenta?" la interrogó el médico. "No doctor, ella conmigo habla muy poco y nunca me dijo que estuviese embarazada" se lamentó la mujer.

Hoy esa indigestión se llama Arturo, tiene 6 años de edad y es el engreído de su abuela, quien jamás logró entender por que su hija Micaela, hasta el último momento le ocultó el embarazo, aún cuando estaba desgarrándose de dolor por las contracciones.

La pampa tiene el ombú (la plaza de tribunales también)

Marcelo, un amigo mio, me contó que alguna vez, allá por 1994, a sus jóvenes 18 años, conoció en el desparecido boliche Experiment a Ariel, un flaco de 22 años, que vivía con sus viejos en Glew (zona sur, bastante lejos).

Entre los dos pegaron onda y empezaron a salir. Marcelo vivía en Lomas de Zamora, no tan lejos como Glew, también vivía con sus padres y no trabajaba. Ariel en cambio trabajaba de mozo en Guerrín, una pizzería de la avenida Corrientes.

La actividad y los horarios de Ariel hacían que sólo se pudiesen ver el día martes en que éste tenía franco, o después de terminar su turno en la pizzería, normalmente entre las tres y media y las cuatro de la madrugada los fines de semana. Marcelo a veces esperaba a Ariel dentro de algún boliche, pero en algunas oportunidades iba hacia la avenida Corrientes y esperaba en la puerta de Guerrín que su novio terminara de trabajar.

Como ambos vivían fuera de capital y con sus respectivos padres, tener sexo era complicado. Casi siempre solían terminar en algun telo "gay friendly" (en esas épocas no todos los telos aceptaban parejas del mismo sexo), generalmente uno que estaba cerca de Salta y Carlos Calvo, pero ese gasto rutinario implicaba todo un presupuesto. Otras veces aprovechaban el departamento que algún amigo les prestaba.

Un sábado de enero a la madrugada, tipo 3 de la mañana, estaba caluroso. Ariel salió de trabajar, Marcelo lo estaba esperando. Había sido una noche floja de trabajo, era verano, mucha gente de vacaciones fuera de la ciudad y no habían tantos espectáculos de teatro. Ambos no se habían visto hacia mas de una semana por inconvenientes de agenda y deseaban ir al telo, pero para mala suerte estaban sin plata y para colmo, no tenían ningún departamento de amigos disponible adonde ir, por lo que empezaron a caminar sin rumbo fijo por el centro.

Iban ambos por Talcahuano, rumbo hacia Santa Fe cuando al pasar por la plaza de Tribunales vieron esos enormes y frondosos Ombús (aunque algunos dicen que son Gomeros) de más de 150 años de edad, fueron hasta la base de uno de ellos y decidieron treparlo. Una vez arriba y viendo que de tan frondosos, nadie los veía, se les ocurrió que el lugar era una buena alternativa para tener sexo, por lo que allí mismo, empezaron los mimos y terminaron garchando.

Si bien Marcelo me dijo que fue un poco incomodo hacerlo arriba de un árbol, el hecho es que allí lo hicieron. Parafraseando el dicho popular, solía decir "La plaza tiene el ombú, el ombú tiene las hojas. Los padres tienen sus hijos, para que yo me los coja" Todo un poeta

domingo, 4 de octubre de 2009

Fanta Azul

Tendría yo cuatro años, cuando sucedió lo que les voy a referir. Para ese entonces aún vivíamos en la casa que alquilábamos en Pueblo Libre. Una casita chica de dos plantas, dos habitaciones, un jardincito al frente.

Pasaba una mañana por la cocina, donde Zuleida ya se encontraba preparando el almuerzo, cuando sobre una de las mesadas veo una botella de 350 cc de las de vidrio de esa época, de Fanta. A diferencia de la Fanta convencional cuyo líquido es de color naranja, éste tenía un llamativo color azul.

Verla y desearla fueron dos eventos simúltaneos. "Fanta Azul" dije y tomando la botella me di dos grandes tragos del pico. "No!" alcancé a escuchar antes de caer desmayado en el piso de la cocina. El líquido con el que se había llenado la botella no era gaseosa, sino Ron de quemar (o alcohol, como le decimos acá) , que habían comprado en casa para limpiar no se que cosas y yo me acaba de beber.

Trataron de reanimarme rápidamente, haciéndome devolver lo que había tomado, me dieron leche cruda (puajjj!) y me llevaron a las apuradas a la asistencia pública, donde me hicieron un lavado estomacal.

Regrese a casa sin ganas de volver a tomar gaseosas ni leche. De este evento debe haberme quedado la aversión a tomar leche o yoghurt. Felizmente el susodicho líquido no me causó quemaduras internas, aunque supongo que por su graduación alcohólica debe haber originado la primera borrachera de mi vida.

Así que ya saben, tengan cuidado con lo que se llevan a la boca, independientemente de lo sabroso que parezca.

sábado, 3 de octubre de 2009

En otra vida lo haremos mejor

Hace un par de semanas, en la oficina, tuve un dialogo con uno de mis superiores, relacionado a unos modelos de equipos que debíamos elegir. Primero determinamos que nosotros elegiríamos el modelo y así lo hicimos, a los dos días me llamó y me dijo que había cambiado de idea y que volviésemos todo para atrás, que hablara con los interesados y cerrara con ellos el modelo que más les gustara; esa misma tarde me llamó a última hora y me indicó que no hiciera así, que nosotros elegiríamos el modelo.

Le informé que yo ya había hablado con los interesados, y que iba a ser complicado revertir este hecho. Hizo una pausa, pensó un poco, y me tiró una frase magistral "Tenemos que honrar la palabra entonces. Dejemoslo así. En otra vida lo haremos mejor"

Esa última parte "en otra vida lo haremos mejor" me quedó dando vueltas. Es obvio que el error fue de él y lo dijo a modo reflexivo, como un reto a sí mismo; pero el efecto de introspección que me causó a mi fue impresionante, por lo que desde ese día vengo pensando en que cosas haría mejor yo, en otra vida. Acá van algunas.

Seré escritor. No seré ingeniero ni nada técnico. Me dedicaré a escribir y vivir de eso. No le haré caso a ningún mandato familiar que me obligue a "ser ingeniero como tu padre". Tampoco se si estudiaré una carrera o licenciatura, sí se que me capacitaré y perfeccionaré en técnicas literarias, pero no necesariamente esperaré ver mi titulo de Licenciado colgado en la pared. Como de hecho mis títulos de Analista e Ingeniero no están colgados en ninguna pared, sino enrollados y guardados en un cajón.

Hay gente que me dice que puedo llegar a ser escritor aún, que estoy a tiempo.

Como a mi me gustaría, no. Ser escritor full time a esta edad, empezando de cero, no creo. Me hubiese encantado ser como un García Marquez o un Vargas Llosa. Podré ser escritor part time, postear cosas en este blog y quien sabe algún día editar un libro, pero el tren que me hubiese llevado a ser escritor de tiempo completo, ese, creo que ya pasó y no lo tomé.

Usar diferentes cortes de pelo. Desde chico me peinaron con raya al costado. Ni corto ni largo, pero con raya al costado. Una de mis abuelas hasta me ponía gomina en el pelo, y así quedó. A pesar de que traté de peinarme distinto, hasta pasados los 20 años, no era yo el que estaba al espejo sin mi peinado con raya al costado. Después, a los 25, cuando empecé a quedarme sin pelo, opté por tenerlo corto y sin raya. Hoy si me lo dejara largo me quedaría una horrible aureola de fraile tonsurado en la cabeza, para eso, prefiero raparme la cabeza una vez por semana. Debí haberlo sabido disfrutar al pelo cuando aún podía. En otra vida jugaré con mi pelo y me animaré a variantes y alternativas.

Animarme al descubrimiento sexual. Cuando tenia 12 años, con un pibe, hijo de una amiga de vieja empezamos a explorar nuestra sexualidad. Al principio fueron solo juegos exploratorios. Luego pasamos a sesiones de masturbación mutua. As{i seguimos, hasta que un día me propuso que tengamos sexo oral. Yo reculé. "Eso es de cabros (gays)" le dije, a mis inocentes 12 años. "Y que crees que es lo que hemos estado haciendo hasta ahora?" me contestó tranquilamente. Yo me cagué todo. De golpe aquellos juegos a escondidas pasaron a transformarse en actos homosexuales. Nunca volvimos a jugar, y a los pocos días dejamos de vernos. Yo lo evitaba. Mi vieja y su amiga dejaron de verse por no se que causa de negocios, y nunca lo volví a ver al flaco ese. Quien sabe, si yo no me hubiese negado en esa instancia, todo lo que habría podido desarrollar y disfrutar en lo sexual. Por el contrario, desde esa vez, quedé un poco traumado y por varios años no me animé a descubrir mi verdadera sexualidad. En la próxima vida sabré resolverlo mejor.

Aprender a escribir con mas de dos dedos. Algo ya posteé sobre esto el año pasado. http://absolutemandrin.blogspot.com/2008/11/soy-bi-dedal.html Me quedará como una asignatura pendiente para la próxima vida.

Tocar un instrumento musical. Sí. Hay dos instrumentos que me hubiese gustado aprender a tocar, los teclados o el bajo. No es que me hubiese gustado ser un músico profesional, aunque tampoco me disgusta la idea. No me veo encarnando a un Rick Wakeman ni a un Elton John (no! por Dios), pero más de una vez me he encontrado a mi mismo escuchando alguna canción y tratando de repetir las notas en un teclado imaginario, o por ejemplo, al escuchar las notas del bajo de "Ala delta" de Los Divididos, cerrar los ojos e irme volando sobre los acordes de ese bajo. En otra vida no dejaré pasar la oportunidad de aprender a tocar algún instrumento.

Como síntesis de mi reflexión, creo que muchas cosas podrían haber sido distintas si hubiese sabido decir "Sí" cuando quería algo o decir "No" cuando no era mi deseo.