Llevamos dos carpas, Juani llevo su guitarra, el chino Julio se encargaba de la comida, yo llevé una carpa, Pacho otra, y el jueves santo partimos en un taxi contratado. El chofer del taxi sintonizó una radio AM la cual propalaba intercaladamente con otras, la misma canción: "Trigo verde" (una mezcla de cumbia con huayno). A lo largo del camino habremos escuchado esa canción unas 25 veces, por lo menos.
Llegamos como a las tres de la tarde, armamos las carpas y empezamos a "disfrutar" de la playa.
Lamentablemente, el clima decidió no acompañarnos, el cielo nublado, muy ventoso y fresco. Julio llevó un primus (una cocinita a kerosene) y UNA olla, un cuchillo, una espumadera, arroz, fideos y nada mas. Era imposible pensar en algo elaborado con tan poco instrumental.
La playa, vacía. Habían solo otras dos carpas. Nunca un fogón, una radio o pasacassete con buena música, no. Soledad y frio.
Convencido que en Cerro Azul encontraríamos el resto de las cosas Julio no previó llevar alguna salsa, queso rallado, sal, aceite ni otras vituallas. Y, como las cosas estaban en nuestra contra, el único almacén que había en Cerro Azul estaba muy poco provisto, por lo que conseguimos lo mínimo indispensable (agua, atún, aceite, manteca, una sandía y salchichas) y la primera noche cenamos unos aborrecibles fideos con atún y manteca.
Después de cenar apareció una botella de ron, unas cervezas que habiamos dejado enterradas en la orilla, Juani sacó la guitarra, y empezó a tocar unas canciones que nadie conocía, hasta que se le ocurrió tocar "Fuiste mía un verano" de Leonardo Favio, la cual tiene un estribillo pegadizo que dice "e,e,e, eeeee.... e,e,e,e,e,e,eeeeee" y así sigue. Nosotros a falta de letra y de mejores canciones empezamos a repetir el bendito estribillo con el resto de vocales, "a,a,a,aaaaa... i,i,i,iiiiiiii...." etc... Una joda, bárbara, no?
La mañana del viernes santo Julio descubrió que la arena estaba cubierta de machas, un molusco del pacífico, de doble valva de color rosa pálido. Cazó un balde y empezó a juntar las machas. Ese iba a ser el almuerzo. Arroz con machas. Nos trajo el balde y empezamos a abrir las machas y a extraer los moluscos, lavarlos y ponerlos a hervir en la olla con el arroz. Obviamente, a eso le faltaban los condimentos: cebolla, perejil, zanahoria, ajo, queso rallado, morron, sal y pimienta. El resultado, una masa espesa de arroz y machas pegoteado de color rosa, la cual era ABSOLUTAMENTE IMPOSIBLE de digerir. Solo Julio, por amor propio, o por que estaba acostumbrado a comer cualquier cosa, se lo comió y además se sirvió un segundo plato. Los demás, preferimos no verlo comer, lo dejamos solo, nos comimos la sandía pero obvio, quedamos con hambre.
A la cena, optamos quitarle el titulo de cheff a Julio, cocinamos unas salchichas al fuego directamente, por que la olla tenia un pegote de arroz y machas imposible de sacar, y nos las comimos así, sin pan ni mostaza ni nada. Ah, era viernes santo? bueno, no se nos ocurrió otra cosa que comer.
Un poco cansados de las desventuras y de que el clima no acompañe, esa noche evaluamos nuestra situación teniendo a Leonardo Favio como música de fondo en la guitarra de Juani. Nos quedábamos hasta el domingo esperando que el clima cambie, o atalantábamos el regreso para el sabado. Decidimos esperar a ver como amanecía el sábado.
Esa noche, ya cansados de tanto "e,e,e,e,eeeeee...." empezamos a cantar la canción Trigo Verde, que tanto nos había torturado en el camino de ida.
trigo verde trigo verde
donde esta la que yo amaba
trigo verde trigo verde
sabes bien que la esperaba
la primavera, se adelantaba
cuando en sus brazos me despertaba.
todo el mundo nos pedía,
que contáramos la historia, del amor que nos unía
sin comprender que de mi te alejarías
que tu pueblo dejarías para nunca mas volver
pero quizá por lo mucho que vivimos, algún día volverás
trigo verde trigo verde
donde esta la que yo amaba
Era de terror, pero bueno, era eso o Leonardo Favio. Al menos nos reíamos de la letra tan estúpida.
A la mañana siguiente, viendo que el sol no iba a asomar por ese sector de la costa ese día y varios más seguramente, decidimos regresar. Claro, solo había un escollo, nosotros habíamos contratado al taxista para que nos venga a buscar el domingo y estábamos volviendo el sábado. No teníamos transporte.
Ma si, nos tomamos el colectivo.
Armamos los bártulos y nos fuimos al costado de la ruta. Casi una hora después paró un colectivo que obviamente, venía con todos los asientos ocupados, por lo que nos volvimos parados.
Luego de tres y media torturantes horas, porque el colectivo paró en cuanto pueblo, caserío y/o posta se encontraba en el camino, llegamos cagados de hambre y cansados a Lima. Gracias a Dios!
Desde ese fin de semana, para darme una escapada, prefiero los hoteles con ducha, cama, agua caliente y desayuno americano. Y por supuesto, JAMAS volví a desear comer machas.
Pregunta: Si los campamentos siempre son tan horribles, por que la gente sigue saliendo en carpa?