sábado, 30 de enero de 2010

El norte? no....

Los seres humanos somos propensos a compensar nuestras carencias, ya sean afectivas o sentimentales, con objetos físicos u actividades. En sí forma parte de un mecanismo más grande, de protección del psiquismo, que los psicólogos denominan "sublimación", por el cual el objeto de deseo o de pulsión es reemplazado por otros des-sexualizado y más al alcance de la persona, engañando de esta forma a la psiquis y satisfaciéndola (temporalmente claro).

Una de las formas más comunes de sublimación es a través de la compra compulsiva de bienes. Así, las mujeres por lo general acumularan pares y pares de zapatos, carteras, vestidos o adornos, los varones por lo general, acumulan relojes, corbatas, zapatos, artículos electrónicos o CDs de música, los nenes piden juguetes de Ben 10 o de los Power Rangers y las nenas obviamente coleccionan muñecas de Barbie, llevándonos así a construir grandes centros dedicados a la adoración del consumismo, que denominamos shoppings o malls, y a los cuales vamos, cual peregrinación de una moderna religión, a buscar satisfacción material a nuestros anhelos afectivos.

Esta semana, no recuerdo bien por que circunstancia me tocó toparme con un verdadero comprador compulsivo. Este personaje comentó que habiéndose casado sus dos hijos, la casa le quedaba grande a él y a su esposa, por lo que la vendieron y se mudaron a un departamento de tres ambientes. Cuando se encontraban embalando las cosas para mudarse, descubrió para su sorpresa la cantidad de cosas que había venido adquiriendo compulsivamente en los últimos años, algunas de las cuales detallo:

- 700 CDs aproximadamente de Opera y música clásica
- 150 soldaditos de plomo representando oficiales y soldados de los distintos ejércitos de la primera guerra mundial
- Herramientas de todo tipo
- Un biombo chino con incrustaciones de nácar que nunca había usado por que no le pegaba con la decoración

Muchas de estas cosas las tenía guardadas en una habitación de su casa y obviamente, debió deshacerse de ellas por que no iban a entrar en el departamento al que se mudaba. Ahora bien, la joya de la corona en esta compulsividad, se la llevó una brújula que de acuerdo a sus dichos, adquirió hace mas de 12 años y que servía para que los mahometanos se orienten a La Mecca al momento de hacer sus cinco oraciones diarias.

Cuando le preguntamos si él era mahometano, nos contestó "No, pero me gustó la cajita en que venía y la compré como una curiosidad, habré pagado 200 pesos, en el uno a uno"

Será posible que alguien haya podido pagar 200 dólares/pesos por una brújula que no le va a servir absolutamente para nada? Sí, es posible. OMFG!

1 comentario:

Pin dijo...

y yo pense que me sentia mal por que se me da por comprar boludeces en el tren, al menos no gasto mas de $5 (salvo una linterna de $10 que me vino super bien para el auto) y al menos un poco de uso suelo darle a esas cosas.

me quita un peso de encima esta nota, me voy a viajar en tren XD