sábado, 10 de octubre de 2009

La pampa tiene el ombú (la plaza de tribunales también)

Marcelo, un amigo mio, me contó que alguna vez, allá por 1994, a sus jóvenes 18 años, conoció en el desparecido boliche Experiment a Ariel, un flaco de 22 años, que vivía con sus viejos en Glew (zona sur, bastante lejos).

Entre los dos pegaron onda y empezaron a salir. Marcelo vivía en Lomas de Zamora, no tan lejos como Glew, también vivía con sus padres y no trabajaba. Ariel en cambio trabajaba de mozo en Guerrín, una pizzería de la avenida Corrientes.

La actividad y los horarios de Ariel hacían que sólo se pudiesen ver el día martes en que éste tenía franco, o después de terminar su turno en la pizzería, normalmente entre las tres y media y las cuatro de la madrugada los fines de semana. Marcelo a veces esperaba a Ariel dentro de algún boliche, pero en algunas oportunidades iba hacia la avenida Corrientes y esperaba en la puerta de Guerrín que su novio terminara de trabajar.

Como ambos vivían fuera de capital y con sus respectivos padres, tener sexo era complicado. Casi siempre solían terminar en algun telo "gay friendly" (en esas épocas no todos los telos aceptaban parejas del mismo sexo), generalmente uno que estaba cerca de Salta y Carlos Calvo, pero ese gasto rutinario implicaba todo un presupuesto. Otras veces aprovechaban el departamento que algún amigo les prestaba.

Un sábado de enero a la madrugada, tipo 3 de la mañana, estaba caluroso. Ariel salió de trabajar, Marcelo lo estaba esperando. Había sido una noche floja de trabajo, era verano, mucha gente de vacaciones fuera de la ciudad y no habían tantos espectáculos de teatro. Ambos no se habían visto hacia mas de una semana por inconvenientes de agenda y deseaban ir al telo, pero para mala suerte estaban sin plata y para colmo, no tenían ningún departamento de amigos disponible adonde ir, por lo que empezaron a caminar sin rumbo fijo por el centro.

Iban ambos por Talcahuano, rumbo hacia Santa Fe cuando al pasar por la plaza de Tribunales vieron esos enormes y frondosos Ombús (aunque algunos dicen que son Gomeros) de más de 150 años de edad, fueron hasta la base de uno de ellos y decidieron treparlo. Una vez arriba y viendo que de tan frondosos, nadie los veía, se les ocurrió que el lugar era una buena alternativa para tener sexo, por lo que allí mismo, empezaron los mimos y terminaron garchando.

Si bien Marcelo me dijo que fue un poco incomodo hacerlo arriba de un árbol, el hecho es que allí lo hicieron. Parafraseando el dicho popular, solía decir "La plaza tiene el ombú, el ombú tiene las hojas. Los padres tienen sus hijos, para que yo me los coja" Todo un poeta

1 comentario:

naty dijo...

incomodo como eso no escuche nunca jajajaja