sábado, 20 de junio de 2009

La Tipologia del Pelotudo

Como estos días estoy un poco falto de inspiración, voy a hacer la gran Bucay, y voy a copiar un texto que encontré por allí y que me pareció digno de compartirlo en este culto ámbito. Claro que ese texto, escrito en el Perú, para la sociedad peruana de los 70, requirió de una adaptación al siglo XXI. Acá va entonces una adaptación de un texto de Luis Felipe Angell, del libro Los cojudos, el cual es un interesante tratado de sociología moderna.

La Tipología del Pelotudo en sus dos manifestaciones esenciales: el aspirante a Pelotudo y el Pelotudo propiamente dicho.

El aspirante a pelotudo no es, como podría suponerse, un menor de edad ni alguien que esta estudiando o practicando algo. Es simplemente un sujeto al que la vida no le dio todavía la oportunidad de hacer una Gran Pelotudez que le sirva como tesis que lo prestigie en el medio ambiente como un pelotudo legítimo.

El Pelotudo propiamente dicho es otra cosa. Nació para ser pelotudo y cumple su destino a la perfección, sin quemar etapas, sin saltarse ninguno de los requisitos que exige la ortodoxia y la liturgia de la Pelotudez.

Al pelotudo de profesión le ponen cuernos, lo estafan, lo asaltan, le embarazan a la hija y a la hermana. Tiene tías solteronas, manyiene al yerno, a la suegra y a algun cuniado y va al cine solo porque no consigue quien lo acompañe a ver el tipo de películas que le gustan. Es siempre el último de la fila, el que pierde los sorteos por un número y camina como pato porque sufre de paspadura crónica. Como todo pelotudo auténtico, es devoto de un santo o de una religión rarísima, y llora con las películas porque siempre se identifica con el que lleva la peor parte.

El pelotudo propiamente dicho, llega a su clímax sobre los treinta años y alcanza la apoteosis a los cincuenta y nueve. De los sesenta para arriba es lo que se llama "un viejo pelotudo", lo cual significa que no le falta sino cometer la Gran Pelotudez Final que cierre con broche de oro su carrera, para que luego algún pendejo de la familia consiga meterlo en el geriátrico.

Los pelotudos propiamente dichos son pelotudos que hacen honor a la pelotudez y no se sienten discriminados ni disminuidos. No hacen grupo aparte ni cultivan el sectarismo. Por el contrario, los vemos actuar en todos y cada uno de los estratos que componen el mundo en que vivimos. Así tenemos pelotudos artistas que se hacen fotografiar en una pose romántica y les sale una pose gay; pelotudos intelectuales que le escriben un libro de poemas a la mamá porque no han podido resolver su Edipo; pelotudos industriales que abrigan el proyecto de manufacturar leche de burra en polvo; pelotudos deportistas que lanzan la jabalina y ensartan al portero del estadio. La lista es interminable porque los pelotudos se reproducen como si los hubiese parido una fotocopiadora.

En principio, la pelotudez tiene una raíz democrática porque lo mismo ataca al rico que al pobre y tan pelotudo puede ser un Premio Nobel como un analfabeto o un sordomudo. Pero, admitiendo que todos los pelotudos son substancialmente iguales, la diferencia estriba en el tipo de pelotudez que comete cada quien, en función de su categoría social. Vale decir, no se puede separar al pelotudo de su circunstancia.

Sin embargo, la pelotudez no es promiscua en el orden social y, por el contrario, sus adeptos se ciñen a los estrictos cánones que separan una clase de otra. Llegan a tal extremo que - si nos encontrásemos frente a un pelotudo sin ropa, en la más completa desnudez y libre de elementos que nos permitieran identificarlo a simple vista - bastaría saber que le gusta, que sabe o que le interesa en la vida, para situarlo sin posibilidad de equívoco en el estamento social que le corresponde.


El pelotudo de clase alta se siente concheto porque vive en un country y anda en 4x4, el pelotudo de clase media se siente de clase alta por que se compró un LCD y esta por sacar el 0 Km y el pelotudo de clase baja se siente de clase media por que mira TV por cable, en una legítima ensalada social donde están representados todos los colores, ya que tenemos pelotudos blancos, negros, mestizos, extranjeros nacionalizados y demás colores del arco iris, que dicho sea de paso, es el fenómeno más pelotudo de la naturaleza.

La imigración es un fenómeno explicable por la pelotudez. Somos tan pelotudos que el del norte emigra hacia el sur, el del sur se viene a la capital y el de la capital se va al interior, buscando siempre algún pelotudo que trabaje por él y lo mantenga. Al final es el clima quien dice la última palabra cuando el del norte se caga de frío en el sur, el del sur se muere de asma en la capital y el de la capital se caga de calor y aburrimiento en el interior.

Y hasta los coreanos y chinos que emigran a nuestras tierras se pelotudizan de inmediato, como se explica sino que algunos hayan cometido pelotudeces tan dignas del psiquiatra como esa de poner un autoservicio frente al penal de Marcos Paz y darles crédito a los familiares de los chorros. Linda forma de ingresar por todo lo alto en el alucinante mundo de la pelotudez.

1 comentario:

naty dijo...

somos todos pelotudos amateur????????'''