Y que decir del tacacho con cecina, unas "albondigas" de plátano frito (no cualquier banana, tenia que ser el plátano maduro, que solo puede comerse frito en aceite) con pedazos de carne de vaca o cerdo secada al sol y salada (la cecina). Algunas veces la cecina era de sajino (especie de chancho del monte) o de sachavaca (familia del tapir) pero esa carne no era tan rica, era mas bien amarga.
Los rosquetes de yuca son unas roscas hechas con harina de mandioca, muy duras, pero de un sabor delicioso. Una vez se le ocurrió preparar carachama, un pescado realmente feo a la vista, que puede estar horas fuera del agua y usa sus aletas para "caminar"sobre la arena. Eso no lo comí. También habían otras cosas que no me gustaban para nada, como los huevos de charapa (tortuga amazónica) que a mi vieja le encantaban o el pijuayo, una fruta carnosa que para mi tenía sabor a nada.
Lo particular de estas comidas es que no son muy conocidas en Lima.
Ella me contaba de animales desconocidos como el otorongo (jaguar amazónico en vías de extinción), monos como la maquisapa, el tití o el mono araña, la anaconda y la boa, el capibara, los caimanes, las pirañas, los pihuichos y los tucanes.
Como ya hablé de los animales y de la comida, me falta hablar de los mitos. la selva da para todo tipo de mitos, desde tribus perdidas y cazadores de cabezas (estaban los jíbaros, cocamas, maynas, tikunas y los omaguas entre otros), los duendes, hasta el infaltable monstruo mítico, llamado Chullachaqui
El Chullachaqui era un ser fabuloso con facultades de transformarse en cualquier animal de tierra o tomar la forma de cualquier ser humano, además, podía llamarte simulando la voz de algún familiar cercano tuyo. Su principal característica, cualquiera sea la forma que adoptase era que tenía una pata en forma de pata de cabra, por lo que caminaba rengueando. El Chullachaqui secuestraba humanos para comérselos.
Así que ya sabes, si vas por el medio de la selva amazónica, y de repente sentís que te llama tu vieja o tu hermano, o los llegas a ver, trata de fijarte si tienen una pata de cabra, en cuyo caso salí rajando de allí antes que te morfe el Chullachaqui.
Así era mi abuela, ella para hacer dormir a los nietos no necesitaba de ningún cuento de hadas, caperucita o 7 enanos. Ella siempre tenia a la mano la anécdota de algún ataque de un otorongo, de cuando sacaron un paiche de 7 metros, las maquisapas que les robaban la comida o alguna aparición del chullachaqui.
2 comentarios:
que rico suena todo lo que nombraste, hasta me dio hambre, lo que si, no se el sabor del paiche, pero que tamaño tiene, lindo para hacerlo asado :P
ah por cierto, ¿sabias que en Bolivia los mineros le rinden culto por respeto al tio?
¿y a quien llaman tio? pues bien, ellos (los mineros) al adentrarse a en las profundidades de la tierra, dicen que para que no les pase nada tienen que hacerle ofrendas (tabaco, coca, alcohol, etc) al demonio, satan, lucifer, belcebu, o como ellos lo llaman popularmente "el tio"
por las dudas, yo no tuve nada que ver, yo cuando entre a laburar los chichos de soporte ya te llamaban asi.
¿sera una coincidencia? =P
yo me conformo con que me invites una pizza
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