domingo, 10 de mayo de 2009

Mosquita muerta

Esta historia le sucedió a un flaco que trabajo conmigo dando soporte técnico. Resulta que el flaco conoció una mina de esas que a primera vista parecen mosquitas muertas, que no hacen nada. Pelo recogido atrás, anteojos con dos culos de botella como aumento. La mina siempre callada y tímida. Algunos suponían que era virgen.

Cuando se la encontraba en algún cumpleaaños o reunión de amigos en común, y alguien hacia un chiste o insinuación subida de tono, la mina se sonrojaba y cambiaba el tema de la conversación.

Nadie apostaba por ella, siempre estaba soltera.

Un día, Eduardo, este pibe, recibe un llamado de Claudia, la mina en cuestión. Claudia quería saber si él podía darse una vuelta por la casa de ella, por que tenía no se que problema en la PC y no podía imprimir, y como Eduardo trabajaba de eso, le pedía una mano. El flaco aceptó, un poco por obligación y esa tarde se presentó en la casa de Claudia a las 19 horas.

Cuando Claudia abrió la puerta era otra mina. Tenía el pelo suelto y no llevaba anteojos, mas bien mostraba unos hermosos ojos verdes. Pasaron a la habitación de ella, donde estaba la compu y en menos de 5 minutos Eduardo habia resuelto el problema de impresión, que en sí, era una pavada.

Finalizada su misión, Claudia le dice que sus papas no estaban, que estaban de viaje en Paraná y lo empieza a acariciar. Al principio Eduardo dudó, pero ante la posibilidad de comerse ese bomboncito, se dejó llevar por sus instintos y terminaron a los besos en la cama. Una cosa lleva a la otra y de repente ya se encontraban consumando el acto sexual.

De repente Claudia, la tímida, lo da vuelta a Eduardo, lo pone boca arriba, se le sienta encima y empieza a cabalgar cual Ciccolina, Eduardo no lo podía creer, estaba evidenciando una transformación inimaginada, de repente, en el paróxismo de la cabalgata, Claudia lo mira y le dice: "Gozá! perro... Gozá!" OMG.

Obviamente Eduardo se quedó esa noche como hasta las 2 de la mañana y repitió la visita los días subsiguientes, en una maratón sexual desenfrenada, hasta que el domingo a la tarde, Claudia le explicó que volvían sus papas y que lo mejor era que se olvidara de lo que había pasado entre ellos. Se calzó los anteojos, se volvió a atar el pelo y volvió a ser la misma mosquita muerta del principio. Eduardo no lo podía creer. Había pasado una semana de sexualidad bestial para que lo dejaran así como así, como a un perro?

Recordó la frase "Gozá! perro... Gozá!" y entendió.

Claudia a los hombres los trataba como perros. Esa frase quedo para la historia, obviamente, por que Eduardo se lo contó a quien lo escuchara, pero nadie le creyó que la supuesta virgen Claudia, fuera una loba come hombres.

1 comentario:

naty dijo...

y las mosquitas muertas son las peores...
ademas aunque no hagan mucho todo sorprende y no es esperado...
cuidado!!!!