sábado, 29 de agosto de 2009

Homero y su grupo

El fin de semana pasado nos fuimos a las Cataratas del iguazú en una escapada de 4 días. Una vez que aterrizamos en Iguazú, la agencia de viajes nos esperaba con un micro para cruzar la frontera a Brasil y alojarnos en nuestro hotel. Mientras esperábamos que se reuniera todo el grupo que iba en la misma excursión, divise a Homero. Alto, de unos 55 años, gordo, culón, aunque mas bien de culo caído y chato. Era fiel reflejo del Homero de los Simpson. Iba en un grupo con otras 7 personas, todas de su misma edad.

Mientras esperábamos, hablaba y gesticulaba como para que todos lo escucharan. El era el líder de su grupo. Nos subimos al micro y ellos ocuparon gran parte de los asientos de atrás. Una vez en camino a la frontera, el coordinador empezó a recolectar y revisar los documentos. Primer problema. Una de las mujeres del grupo de Homero tenía la cédula vencida y obviamente no podía salir del país. Mirá que hay que ser boluda! Al recibir los vouchers y pasajes, nos habían dado también un papel que indicaba la documentación necesaria para cruzar la frontera, indicando todos los casos posibles, incluyendo los casos de viajar con niños, etc. Ahí claramente decía que la cédula debía estar vigente.

Homero, como buen líder se puso a hablar con el coordinador en el pasillo del micro, al lado nuestro, buscando la forma de coimear a alguien para que su amiga pasara. Como vas a coimear a los de inmigraciones, hay que ser muy boludo! Además, no solo había que coimear del lado argentino, sino también a los brazucas, y eso ya es mucho mas complicado.

Cuarenta minutos de demora en la frontera por culpa de la indocumentada, mientras Homero negociaba con los de inmigraciones. No hubo caso, la jovata tenia tres opciones: se regresaba a aeroparque en el siguiente vuelo, conseguía que alguien le mandara el DNI o pasaporte y cruzaba esa noche o al día siguiente, o se quedaba en algun hotel de Puerto Iguazú y solo la veíamos cuando hiciéramos las cataratas del lado argentino y al regresar. Dejamos a la vieja en la frontera y cruzamos. Homero tenia una cara de orto y comentaba todo el tiempo lo pelotuda que había sido su amiga.

Al llegar al hotel, en el check-in te pedían el voucher del alojamiento y además de la llave de la habitación, daban por pasajero unas tarjetas magnéticas que servían para los consumos dentro del hotel. Cuando lo llamaron a Homero y le pidieron su voucher, muy tranquilamente entregó un papel, el cual no era otra cosa que la factura de compra del paquete. Le reclamaron el voucher y dijo no tenerlo, lo había dejado en Buenos Aires! la buena voluntad del hotel pudo más, y llamaron a la agencia de viajes para que les reimprimiesen una copia de ese voucher y se los mandaran por fax, hasta tanto, como no estaban seguros del tipo de habitación, Homero y su mujer quedaron esperando en el lobby. Nueva cara de culo y puteada por lo bajo.

La primera noche, al ir a cenar nos pidieron las famosas trajetas magnéticas para cargar las bebidas. Mientras cenábamos, en la puerta del restaurante apareció Homero. Al acercársele el maitre, le pidió "mesa para ocho", el restaurante estaba lleno, y obviamente el maitre debía hacer malabares para acomodarlos, mientras lo organizaba le pidió la tarjeta de la habitación. Homero quien esperaba una alfombra roja me imagino, le dijo "soy de la 200", el maitre lo miró como diciéndole "y que con eso?" y le volvió a pedir la tarjeta. Homero dijo que a él no le habían dado nada e insistió con que "era de la 200". Como no había forma de hacerlo entender, el maitre llamó a alguien de la conserjería y estos le explicaron que esa tarjeta debía tenerla en su habitación. Homero se fue y regresó al rato con las tarjetas y con sus siete acompañantes, incluyendo a la jovata de la cédula vencida, que había logrado pasar la frontera merced a que su marido le mandó el DNI por avión esa misma tarde.

A partir de que comenté esta anécdota con otras personas del contingente al día siguiente, mientras desayunabamos, entre los pasajeros y la guía lo empezaron a llamar Homero.

Al finalizar el viaje, al momento del check out el hotel te daba una encuesta de calidad. Para mi estuvo todo entre 9 y 10 puntos. Pero para Homero no. Se quejaba con la gente del resto del grupo de que en el restaurante, la música en vivo solo pasara música brasilera y no tocaran tangos, de que la comida del hotel no incluía milanesas o asado, etc. Lo hacía por joder, obviamente, si no, no me explico como al pasar la aduana de regreso a Argentina, cuando le pidieron ver el contenido de una bolsa que llevaba en la mano, entre algunas artesanías aparecieran los frasquitos de shampoo y crema de enjuague que te dejaban en la habitación.

El hotel habrá sido malo para él, pero los shampoo bien que se los llevó de recuerdo.

2 comentarios:

Celina dijo...

DIOS!
como odio a los "Homero" de los contingentes en los viajes!
a veces son minas, histéricas, bien quejosas.
una vez en guarujá había una con el marido y los dos pibes, ellos tenían una cara de desgraciados...
el marido tendría bastante que ver, porque esa mina NUNCA había tenido un orgasmo en mi humilde oponión, pero como rompía las bolas!
la malco se quejaba de absolutamente todo, y eso que el hotel ofrecía ( mal hechos , pero hechos al fin) platos para los chicos como milanesas, carne al estilo argentino, ect.
me saca la gente que viaja el exterior y pretende encontrar articulos nuestros en esos lugares.
alguien vió a un francés desesperado en el tortoni porque no sirven tarte tartin? vaaaamos!

naty dijo...

en nuestras vacaciones habia una mina asi, en el camping solo se escuchaba su voz quejandose y dando ordenes a los hijos y al marido.... cuando se fue toda la playa aplaudia......jajaja