domingo, 9 de agosto de 2009

No somos terroristas

Cuando en 1983 estudiaba en la Universidad Católica de Lima, era común que por las noches nos reunieramos en alguna de las casas de los miembros de nuestro grupo a estudiar. Así mechabamos cálculo de raíces complejas de ecuaciones de cuarto grado con discos de Les luthiers que Lucho había traído de Buenos Aires, o con discos de Serrat que alguno llevaba.

Un día lunes estábamos casualmente en casa de Lucho, Jorge, Gerardo, Augusto, Julio y yo estudiando y el ambiente en la casa se notaba enrarecido, había mucha ansiedad. Pilar, la hermana menor de Lucho había dado su examen de ingreso a Arquitectura de la Universidad Ricardo Palma, y los resultados del examen iban a ser publicados en un suplemento especial del diario La Prensa del martes.

Cuando llegó el padre de Lucho, a eso de las 10, nos viene a ver y nos propone ir a buscar la edición de la prensa apenas saliera a distribución, a la medianoche, a lo que accedimos. Continuamos estudiando y a eso de las 11.30 de la noche partimos nosotros seis, más Pilar y el papá de Lucho hacia el centro de Lima en dos autos, el Corolla del papá de Lucho y el Subaru de Gerardo (en realidad, el del padre de Gerardo a quien se lo había pedido prestado).

Llegamos al edificio de La Prensa, y esperamos hasta que conseguimos la edición del martes fresquita. Cual habrá sido la sorpresa al ver que el primer lugar del examen de ingreso lo había obtenido Pilar. Para celebrar, el papa de Lucho nos invitó a todos al Sky Room del Hotel Crillón.

Ese lugar fue por muchos años el lounge más cotizado de Lima, en el piso 22 de uno de los hoteles mas caros de la ciudad, tenia una vista espectacular. Si bien su esplendor máximo estuvo entre 1965 y 1975, donde uno se podía encontrar a lo más copetudo de la sociedad limeña, para 1983 todavía era considerado un lugar caro y de excelente nivel. Allá fuimos.

Tomamos cada uno dos tragos. Yo recuerdo haberme pedido un whisky y un daikiri frozen. Celebramos y cerca de las dos de la madrugada partimos bastante alegres. Gerardo quien siempre quiso ser corredor de autos de carrera como su tío, venía manejando como poseído por la avenida Garcilazo de la Vega, yo iba en el otro auto que manejaba el papá de Lucho. Unos 100 metros detrás observabamos como el auto de Gerardo aceleraba y frenaba en la esquina por el semáforo, aceleraba nuevamente a fondo, esquivaba un auto y frenaba de vuelta en otro semáforo, habremos hecho 10 cuadras desde que salimos del hotel, cuando en la esquina con Avenida España, donde en ese entonces estaba la embajada de Estados Unidos, el auto de Gerardo salió del semáforo en diagonal a toda velocidad para dar de lleno contra el cordon de la vereda de la ochava de la esquina del parque de la reserva, frente a la embajada.

Fue tan seco el golpe del cordón de la vereda contra la base del subaru que le quebró el carter al motor y desparramó el aceite por toda la calle.

Al llegar nosotros no mas de 1 minuto después del choque, encontramos al subaru rodeado de 6 policías blandiendo sus ametralladoras, mientras que alrededor de la embajada se apostaban otros 6 u 8 policías más en actitud defensiva.

Claro, eran las épocas de Sendero Luminoso y podía tratarse de un coche bomba o de una maniobra de distracción para atacar la embajada por otro flanco. Nada de eso, era Gerardo que con un pedo impresionante a cuestas, se la quiso dar de Meteoro y terminó como estrella fugaz impactando en la esquina del parque.

Empezaron los pedidos de documentos y de explicaciones, llegaron dos patrulleros a toda velocidad. Era lógico, a esas horas de la madrugada, dos autos estacionados frente a la embajada, uno de ellos a toda velocidad en carrera descontrolada, 8 personas, parecía un acto terrorista. Nos palparon de armas, revisaron el interior de los coches, estuvimos sin poder movernos como media hora.

Fuera de joda, nos podían haber disparado preventivamente sin preguntar una palabra. Nos salvamos de una situación mas que jodida. Hasta tuvimos que mostrarles la edición del diario y con nuestros documentos de identidad entendieron que veníamos de festejar el primer puesto en el examen de ingreso de Pilar, allí presente. Solo así los tombos se convencieron que no eramos terroristas y nos dejaron en libertad para irnos, pero eso sí, había que mover el subaru de allí.

Al auto no había forma de moverlo salvo con una grúa y como conseguir una a esa hora. No existían celulares tampoco, y donde encontrábamos un teléfono publico? Gerardo con Lucho consiguieron uno como a tres cuadras de allí. Gerardo llamo a su viejo, le confesó lo ocurrido y este se encargo de conseguir y mandarnos una grúa. Estuvimos casi una hora esperando hasta que se llevaron al Subaru.

Yo regrese a mi casa como a las 4 de la mañana. Y pensar que solo había ido a estudiar hasta las 11 de la noche. La vida te da sorpresas diría Pedro Navaja.

1 comentario:

naty dijo...

bueno pero como para que no piensen que son terroristas si con las historias que contas me imagino la cara de los pibes y deben haber dado miedo...jajaja