domingo, 20 de septiembre de 2009

A ella le gustaban los remiseros

Me contaron esta historia anoche. mas bien, me contaron el final, la primera parte ya la conocía. Aquí va. Luis trabaja de remisero en Avellaneda, está casado y tiene un hijo. 'Luis es un flaco canchero, de 32 años, con mucha labia, alto, delgado y que te compra con su alegría natural. Le encanta la cumbia y el futbol.

Una tarde le asignan un viaje en la remisería, fue a buscar a una señora y la llevó de Avellaneda a Recoleta. En el viaje conversó con la mujer, se llamaba Doris, era abogada, de entre 55 y 60 años. Doris estaba casada y tenía con su marido una fabrica de repuestos de auto en Lomas de Zamora. Doris disfrutaba de un muy buen pasar. Ese día en particular se juntaba con unas amigas a tomar un café en un bar de recoleta. A Doris, Luis le cayó en gracia, le preguntó el nombre y le dijo que lo iba a volver a pedir para un próximo viaje.

El pedido de Doris no se hizo esperar. Esa misma noche, para volverse de Recoleta a Avellaneda, llamó a la remisería y pidió que le manden a Luis. Durante el viaje de regreso le entró a preguntar por datos de su vida privada, si estaba casado y si tenía hijos, donde vivía, cuanto ganaba, etc.

Durante las siguientes dos semanas Doris llamó constantemente a la remisería pidiéndolo a Luis para sus viajes. A Luis esto le parecía raro, su auto no era de los más lujosos y Doris podría viajar más cómoda en otro coche, por lo que le preguntó por que tanto interés en él. Doris lo tranquilizó, le dijo que con él ella se sentía segura y que lo veía como el hijo que no llegó a tener. Durante esos viajes se hicieron confidentes, Luis le comentaba de los problemas de su familia y Doris le contaba anécdotas de su vida.

Al mes del primer viaje, Doris le hizo una oferta a Luis para que dejara la remisería y trabajase exclusivamente para ella por 3.500 pesos al mes más combustible. A Luis no le pareció mala la propuesta y luego de meditarlo un poco aceptó y empezó a trabajar full time para Doris. Esta lo llamaba a cualquier hora del día o de la noche, le pedía que le llevara a tal o cual lugar, que la esperase, si se iba a quedar poco tiempo o que se volviera y que pasara a buscarla a determinada hora. En ocasiones Doris le pedía que la viniera a buscar, y sin un lugar donde ir, le indicaba que fueran a tal restaurant, donde, para no comer sola, le indicaba a Luis que cenara con ella. Así Luis conoció algunos de los mejores restaurants de Palermo y Las Cañitas.

Hubieron algunos regalos, una camisa para Luis, una remera para su hijo... Los que veíamos esta relación desde afuera sospechabamos que Doris tenía otras intenciones con su chofer, pero Luis negaba todo, según él se trataba de una buena mujer que lo estimaba como al hijo que nunca tuvo. Doris hasta llegó a ofrecerle un trabajo a la madre de Luis en la fábrica en cuanto se generara una vacante.

El primer mes de su trabajo con dedicación plena a Doris, Luis lo cobró en término. En ese momento Luis ya planificaba la forma de meterse en un crédito para cambiar el coche por algo mejor. Al final del segundo mes, el pago se demoraba. Doris le ponía excusas. Que habían problemas en la fabrica, que estaban cortos de plata, le daba 500 pesos y le prometía plata para la semana que viene, etc. A pesar de no saldarle a Luis, las cenas continuaron y Doris no cambió su modo de vida. Al flaco las cosas no le cerraban. Si ella estaba apretada de plata, como podía ser que siguiera gastando lo mismo?

Durante el tercer mes los llamados de Doris a Luis se hicieron cada vez más esporádicos. Al final del mismo y habiendo cobrado solo la mitad de lo del segundo, Luis la encaró a Doris y le pidió que se pusiese al día con él. Doris se deshizo en excusas y le prometió pagarle todo para el viernes de esa semana. Luego de eso, Doris desapareció. No lo llamó más a Luis. Tampoco le atendía los llamados. Luis fue a buscarla un par de veces a la casa y la mucama le respondía que Doris no se encontraba.

Luis, necesitado de dinero, volvió a la remisería. Un día, dos meses después, regresando de un viaje ve a Doris en otro remís, acelera y se pone a la par tocándole bocina, Doris lo vio y le indicó al conductor que siguiera, que no parase. Este conductor era otra flaco de unos 30 años, fachero, alto y delgado, muy parecido físicamente a Luis.

Luis aceleró y encerró al otro coche, obligándolo a detenerse. Se bajó e increpó a Doris, por no pagarle a él y por llamar a otro remisero. Doris lo miró a Luis a los ojos y le dijo "Luis, perdiste tu oportunidad por no saber entender las necesidades de una mujer", abrió el bolso, le dio 200 pesos y le dijo "no reclames más y por favor, no me llames"

Efectivamente, para Doris, los remiseros eran giggolos.

1 comentario:

naty dijo...

y bue el otro abra tenido un "AUTO" mas grande jajaja