sábado, 19 de septiembre de 2009

Médicos eran los de antes?

Tendría yo 15 años o tal vez 16, no recuerdo exactamente, cuando me empezaron a aparecer unas erupciones en las piernas y brazos. Recuerdo habérselo comentado a mi vieja y ella me recomendó que fuera a ver a un dermatólogo, el mismo que alguna vez había atendido a mi viejo, y que tenía muy buena reputación. Me dio el numero del consultorio, llamé y saqué un turno, recuerdo que fue para un viernes a las 19 horas.

Para mi era todo una nueva experiencia. Jamas había ido solo a una consulta. Hasta ese momento todo había sido médico a domicilio o que me llevara mi vieja, de alguna forma era una señal de que estaba madurando.

Llego el día de la consulta y allí fui. El consultorio estaba en Miraflores, en la calle Shell, frente al parque Kennedy. Esperé un buen rato en la sala de espera (odio que me den un turno y tener que esperar) y pasé a ver al médico. Le expliqué mi problema, me pidió que me sacara la camisa y el pantalón y me recostara en la camilla para examinarme, así lo hice. Me miró las erupciones, busco una lente de aumento y las volvió a mirar, y me pidió que me vistiera.

Mientras me estaba vistiendo, me explicó que esas lesiones parecían ser infecto-contagiosas, me dio un nombre que no recuerdo bien cual fue, me dijo que me lo podía haber agarrado dando la mano o en cualquier lugar público. Me indicó que hiciera lavar la ropa con un detergente especial y que me bañara con un jabón que me iba a recetar, además de aplicarme una crema sobre las lesiones. Que no me preocupara, que no parecía nada complicado y que en 15 días debía estar recuperado. Si al final de ese lapso no desaparecían las lesiones, que regresase a verlo para que me mandaría a hacer unos análisis.

Hasta ahí, todo perfecto, salvo que después hizo algo que realmente me hizo sentir mal. Fue hasta el borde de la camilla, saco no se de donde un envase de Baygón (sí, el insecticida) y roció la camilla donde había estado yo hacía minutos.

Todo bien. Entiendo que lo que yo tenía podía ser fruto de algún virus o bacteria y que debía evitar que el siguiente paciente se contagiase... pero, hacía falta echar el insecticida cuando aún estaba yo dentro? Al ver eso me sentí un híbrido de leproso y sarnoso. No le dije nada, por vergüenza, pero al regresar a casa, cuando mi vieja me preguntó como me había ido y cual era el diagnóstico, se lo conté. Se puso hecha una fiera (y cuando mi vieja se enojaba, se enojaba en serio) por poco lo llama al galeno para mandarlo a la mierda. Tuve que pedirle que no lo hiciera. Aunque hasta el día de hoy sospecho que efectivamente lo llamó cuando yo no estaba presente y lo reputeó.

Médicos eran los de antes? Para mi que no.

1 comentario:

naty dijo...

bueno te fijaste que mataba... por ahi tenias cara de cucaracha o de hormiga.... porque medio bicho sos jajajajajaja