domingo, 1 de marzo de 2009

Tengo poca paciencia

Me gusta ser puntual, y por ende que sean puntuales conmigo. Si tengo un turno en el médico trato de estar 10 minutos antes, y si inevitablemente llego tarde, tomo los recaudos para que mi tardanza no sea mayor a 5 minutos.

Un día saque turno en un gastroenterólogo al que me derivaron, y pedí el turno para que coincidiera con mi horario de almuerzo, ya que este médico atendía sólo hasta las 4 de la tarde. Me dieron turno como para dentro de 15 días, a las 13 horas.

El día del turno, salí de la oficina a las 12.40 hs, tomé un taxi y estuve en recoleta a eso de las 12.50 minutos mas o menos. Entregué mi credencial a la asistonta (por que la mayoría de los médicos no tienen asistentes, tienen asistontas) y pase a la sala de espera, en la cual habían unas 5 personas.

Me ilusioné pensando que tal vez habían otros profesionales atendiendo, pero no. Todos estaban para mi medico. Volví y hablé con la asistonta, le pregunté si había demora y cuantas personas habían delante mío, revisó, me dijo "solo 4, pero el doctor va rápido, en 30 minutos deberá estar atendiendolo" con lo cual hice un breve análisis de costo/beneficio, es decir, costo de las dos semanas de espera, mas el taxi y el beneficio de que ya estaba allí, me hice de paciencia y regresé a la sala de espera.

En la sala de espera, además de las 4 personas anteriores a mi turno, había una mujer mayor, de unos 65 anos, típica concheta de barrio norte, que se la pasaba hablando con la gente en la sala de espera, se sentaba al lado de su target, cazaba una de las revistas, leía algún articulo e inmediatamente empezaba a comentarte sobre ese tema "de actualidad". Así lo iba haciendo con cada uno y a medida que estos pasaban a la consulta, buscaba un nuevo target.

En un momento, un señor educado, le dice: "Señora, es su turno", pero la anciana le contestó "No, mi turno es como a las 3 y media, vine acá a hacer tiempo por que no tenía otra cosa para hacer". Claro, la vieja en lugar de la soledad y la novela, sacaba turno en los médicos y hacia como Mirtha Legrand pero sin morfe y sin cámaras.

Yo, seguía esperando.

Los 30 minutos de la asistonta ya se habían consumido, llevaba mas de una hora y media esperando y aun tenia gente delante. Obviamente iban cayendo nuevos pacientes. En eso, como si viese venir un tren por la vía, veo que la vieja se me sienta al lado. "Cagamos, pensé, ahora me toca a mi"

Como mi paciencia ya se había agotado, estaba evaluando firmemente presentar mi queja por el incumplimiento de los turnos por parte del "profesional" e irme. Ergo, no estaba en condiciones de bancarme la charla insulsa de la abuela. Pero, como evitarlo?

La vieja se sentó al lado mío, abrió una revista, me mira y me dice algo así como "Vio que Cristina ahora..."

La corté en seco. Con el tacto y dulzura que me caracteriza le dije enérgicamente: "Señora, no, no vi nada. No me interesa charlar y menos me interesa charlar con Ud. Lo único que quiero es que me atiendan e irme, llevo casi dos horas acá. Si Ud. no tiene nada para hacer, no venga acá a molestar a otras personas, por que no va al centro de jubilados y juega al dominó?"

La vieja quedó blanca, se levantó, se sentó en otro sillón. cazo otra revista, y se entretuvo unos 5 minutos, luego se levantó y se sentó al lado de otro paciente a buscarle charla.

Yo me levanté, fui donde la asistonta, le dije que me parecía una falta de respeto la actitud del doctor, que me anulara la autorización del turno, y me retiré.

2 comentarios:

naty dijo...

jajaja vos siempre tan simpatico....jajajajajaja como me gustaria ser mosca...

Pin dijo...

aaaaaaaajajajajaja, hubiera pagado por ver la cara de la vieja

sip, no hay duda es una tipica salida tuya, sos groso =P