domingo, 14 de diciembre de 2008

La invasión

Mi primera casa en Córdoba fue un departamento en un sexto piso, en el coqueto barrio de Nueva Córdoba. En verano, por el calor dormía con la persiana y la ventana abierta y el ventilador a máxima velocidad. Una noche, me desperté con la sensación de que algo me había caminado sobre la sabana a la altura de la rodilla.

Una araña? no, era mas pesada
Una víbora? no, tenía patitas

Un murciélago? no, hubiera volado
Una laucha? podía ser

Decidí usar la lógica, me levante, fui a la heladera, corte un poco de queso y lo deje en la habitación, cerré la puerta y me fui a dormir al living. A la mañana siguiente, entre a la habitación para vestirme y el queso había desaparecido. pero no vi al ratoncito por ningún lado. Saque mi ropa y volví a aplicar el método detectivesco, deje esta vez dos pedacitos de queso, uno dentro del placard y otro afuera, cerré el placard y me fui a trabajar.

Regresé de trabajar a las 2 de la tarde y luego de almorzar y antes de irme a la facultad, decidí buscar al ratoncito. El queso que había quedado fuera del placard estaba intacto, pero el que deje dentro había desaparecido. Ok, está adentro del placard.


Llamé a mi hermano, trajimos a la perra para que lo cazara (nuestra perra era una chihuahua, llamada Etual) y nos pusimos a sacar zapatos del placard, nada... La perra miraba y nada. Sacamos la ropa que estaba colgada, revisamos desprevenidamente los bolsillos de los sacos y camperas, nada. Saqué un cajón con la ropa interior, nada. Saqué el segundo cajón con las medias y en el espacio entre la pared y el fondo de los cajones divisé la cabeza del roedor. Si la cabeza medía unos 8 cm, el animalito por lo menos media 35 cm con cola y todo, era mas grande que la perra!

Inmediatamente cerré el placard, le dije a mi hermano: "es una tremenda rata". Sacamos a la perra (no vaya ser que la rata se la comiese) y fuimos a pertrecharnos adecuadamente con escoba y escobillón. Regresamos, sacamos los cajones y la rata al verse descubierta salió del interior del placard. Cuatro o cinco escobazos y la rata pasó a condición de difunta.

Indignado, con el cadáver del roedor en una bolsa, bajé a hablar con el encargado. Me dijo tranquilamente que el barrio estaba infestado de ratas, y que sino le creía, hablara con la del 2-B que tenía los cables de luz y teléfono a la altura del balcón, y las ratas le usaban la casa de pasadizo, le entraban por el balcón, atravesaban el living, comedor, cruzaban la cocina y se iban por el lavadero. Yo? Atónito con esta novedad.

Y como subió hasta el sexto piso? pregunté. El gallego me contestó: "la rata trepa por la pared, las he visto hacerlo". OK. Un nuevo conocimiento adquirido. Deje el cadáver en la basura y regrese a mi casa algo preocupado. Desde ese día no volví a abrir la persiana, ni de noche ni de día.

En Perú, las ratas están en los desagües, pero son educadas, rara vez entran a las casas y jamás supe de una en un departamento.

Pasaron un par de semanas, una noche, mi hermano estaba viendo una película a eso de las 2 am, cuando se sintió observado, voltea hacia la puerta de la cocina y ve una rata parada en sus dos patitas traseras que lo miraba sin ningún temor. Al rato, cansada de ser observada se dió media vuelta y regreso a la cocina.

Nuevamente a cazar la rata al día siguiente. Estaba atrás de la cocina. La perseguimos con palos y escobas, pero esta era mas astuta que la primera y esquivaba los palazos. Corrió hacia el balcón y al verse acorralada, saltó al vacío desde el sexto piso, cayendo pesadamente en el cemento de la planta baja.

La observamos, por dos o tres minutos. Supusimos que estaba muerta o que al menos tenía fracturas múltiples, cuando, de repente, la hija de puta se recompuso, se levantó, se sacudió un poco la modorra de semejante golpe y se fue corriendo. Le perdimos el rastro.

Me cansé, fui a la ferretería y compré la trampa más grande que había, una enorme, de metal con dientes afilados. Regrese a casa, y a la noche la pusimos. A la mañana siguiente me despertó el ruido de la trampa. Cayó! Otra más! Lo llamé a mi hermano, quien por poco mete la mano debajo del mueble de la cocina para sacar la trampa. Lo detuve, le dije que era mejor hacerlo con un palo, dado que acababa de caer y podía estar aun viva. Cuando metimos el palo para sacar la trampa, la rata reaccionó, tomo fuerza y se libro de la trampa, escondiéndose detrás de la cocina.

Rata hija de puta!
vociferé.


Esa tarde desconectamos la cocina, hicimos salir a la rata de su nido y a palazos hicimos puré de ella. Nunca mas tuve otra rata, pero por las dudas, nuestro departamento se presurizó. Tratamos de no abrir puertas ni ventanas, y cada noche, religiosamente poníamos la trampa con queso, para verificar que no hubiesen regresado.


Al poco tiempo nos mudamos.

1 comentario:

naty dijo...

por eso en casa esta Nahuel, gran casador de cucarachas, ratas no sabemos ni kiero provar