viernes, 5 de diciembre de 2008

Las callecitas de Buenos Aires

Tres han sido las ciudades donde he vivido a lo largo de mi vida. La tres veces coronada villa, Ciudad de los Reyes, también conocida como Lima, la Docta, o Córdoba del Tucumán y actualmente en Santa María del Buen Aire, aka Ciudad Autónoma de Buenos Aires, o la capital, como prefieras.

Las tres son hermosas ciudades donde vivir, con sus pro y sus contras, claro, que si me dan a elegir entre estas, elijo Buenos Aires. Siempre me impactó. Sus calles en Recoleta o Barrio Norte, con ese halo parisino, pero en español -viste-, su humedad y calor, su subte atestado en la hora pico, la prepotencia de los que nos denominamos porteños, sus teatros, su río sucio y olvidado, su moderno puerto Madero y sobretodo, Belgrano, mi barrio.

Don Astor recitaba que "Las callecitas de Buenos Aires tienen ese no se que..." en el inolvidable tango, Balada para un loco. Pasaré a explicarles a mi enteder, que es ese "que se yo". Además del empedrado o adoquinado de rigor, sus veredas sucias con papeles, envoltorios, bolsas, residuos o lo que venga, sus baches (cráteres que han quedado de la ultima vez que impactó el cometa y acabó con los dinosaurios), las cagadas de los perros (hay tanto perro realmente? o los que hay cagan demasiado? porque yo perros sueltos, de la lleca, no recuerdo haber visto por estos lares, es decir que sus dueños los dejan cagar y que se joda el distraído que viene atrás?) y sus baldosas en las veredas.

Las baldosas, que tema... baldosas que cuando están sueltas, luego de alguna reparación de las empresas de gas, luz, teléfono, cable, o lo que sea, son regadas por los hacendosos porteros cada mañana, para que, cuando algún caminante desprevenido pase y la pise, se manche pantalones, medias y zapatos con una linda mezcla acuosa de barro y lavandina.

Tanto les cuesta a los edificios y casas arreglar su vereda y colocar bien las baldosas? Pareciera que lo hacen adrede, colocan las baldosas sueltas muy prolijitas, no vaya a ser que el caminante aprensivo la descubra, y le entregan al portero o a la patrona que limpia la vereda de una linda manguera de regar, y voila, esta casi listo el campo minado. Después le pasan el repasador para que no se note que está mojado y a la espera del transeúnte que apurado, pise la trampa.

Puedo bancarme cualquier cosa de Buenos Aires, pero no me banco las baldosas sueltas. Y tampoco a los porteros.

Finalizo con una frase que me recitaron hace un tiempo, y que sirve para describir el nivel cultural del portero o encargado de edificio:

Mi escuela fue la calle
Mi universidad, el empedrado
a ellos les debo todo lo que soy
Flor de Adoquín

Pregunta: Cual es la pena por revolearle una baldosa por la cabeza a un portero?

3 comentarios:

Abercrombie Baires dijo...

Que coraje!!!
Dicen que cuando Pacho O’Donell, publicó su opera prima, llamada “La hija del portero”, Borges comentó que era un joven muy valiente. A la pregunta de si lo decía por el contenido de la novela, respondió que en realidad le bastaba con el título, y sentenció:“Se necesita de un gran coraje, para llamar portero al Encargado”.

Sergio Aprea

Pablo dijo...

Corolario argentino a la 23ª ley de Murphy: La altura a la que llegue el agua sucia emanada de una baldosa floja es directamente proporcional a la blancura de la camisa que lleves puesta e inversamente proporcional a la disponibilidad inmediata de una nueva camisa limpia

naty dijo...

yo solo te digo que cuando vea a tu encargado le paso tu pagina pobres ellos que trabajan tan duro y cobran tan poco....si no fuera por ellos como te enteras de lo que le pasa a todos los vecinos...