jueves, 25 de diciembre de 2008

A Paris con don Ata

En Córdoba, una vecina del edificio tenía una hija casi de la misma edad que mi hermana, con la cual terminaron haciéndose amigas.

Esta chica, de unos 16 años, se llamaba Estefanía y era fea. Realmente fea. Era flaca, desgarbada, no tenia tetas y para peor, la mandíbula inferior era considerablemente mas corta que la superior, por lo que al cerrar la boca, se terminaba babeando el mentón.

Mis compañeros de facultad la habían apodado "la chupa-charcos" Según ellos, si tenia sed, buscaba un charco en una cuneta de la calle, apoyaba la boca en el cordón (o borde) de la vereda y aspiraba el agua de los charcos. Eran crueles, pero ya lo dije, Estefanía era fea.

Su madre, pariente lejana de don Atahualpa Yupanqui, había pergeñado un futuro feliz para ella. Se iría a París, a vivir con su tío abuelo segundo, Don Ata, estudiaría diseño de modas en una attelier de renombre y terminaría trabajando en la industria de la moda.

Nosotros no la veíamos mucho rodeada de modelos y pilchas, pensábamos en otro tipo de ocupaciones para ella, más especializadas, a saber, Azafata del tren fantasma o Ama de llaves del castillo de Drácula en Transilvania. O podía ser modelo de publicidad, de cirugias reconstructivas, en el cuadrado de "Antes"

Entiendo que Estefanía no llegó ir a París. Don Ata falleció y se le truncó el poder vivir en la ciudad luz. Para mí, cuando la mamá le escribió pidiéndole alojamiento y recomendación con algún attelier para la nena, le debe haber mandado una foto de la mocosa, al ver la misma, la impresión que le debe haber causado al viejo, es casi seguro que le causó un infarto y murió.

Con lo cual, de alguna extraña manera, ella misma fue la causante de que se le trunque el destino.

1 comentario:

naty dijo...

bueno hablo Antonio Banderas...jajaja