jueves, 25 de diciembre de 2008

Tilin-tilin-tilin

La última vez que fuimos a Sudáfrica....

Andá, si solo fuiste una vez, me dirás, sí, pero además de ser la única, fue la última vez. Bueno, cambiaremos el comienzo...

La primera vez que fuimos a Sudáfrica... nos alojamos en un guest house en Ciudad del Cabo, regenteado por una pareja gay, de entre 50 y 60 largos. Los chicos eran dos señoras, descapotable BMW y una perrita schnauser que iba y venia con ellos en el auto... parecían salidos de la película La jaula de las locas. Realmente como anfitriones fueron bárbaros, muy buena atención, siempre predispuestos a recomendarte que hacer y a donde ir.

Un día cazamos el auto y a pesar de tener el volante a la derecha, nos internamos en la ruta a 40 km por hora y nos fuimos Sergio y yo a la playa nudista. Pasamos Camps bay, Houts bay y no se cuantos bay más hasta llegar a Sandy beach. Estacionamos el coche, caminamos como 3 kilómetros y llegamos a la playa. No había un alma. Un paraíso.

Como ya he dicho, Ciudad del cabo tiene unas playas hermosas, pero con aguas heladas. Esta no era la excepción. Arena blanca limpísima, el agua de un azul que te hacía doler los ojos si lo mirabas demasiado, pero, un mar frío como el hielo, y ningún arbolto u otro posible origen de sombra a la vista.

Nosotros habíamos llevado bebidas en un cooler, toallas, pero no sombrilla. Ni siquiera teníamos un palito donde colgar una toalla y hacer una carpita. Así que, me quedé vestido de Adán, me embadurne con protector solar factor 30 hasta detrás de las orejas y a disfrutar de la playa en pelotas...

Sergio al contrario, como estaba blanco teta, uso un acelerador de bronceado, a pesar de mis recomendaciones para que no se cocinara vivo, pero bueno, no me hizo caso, y luego de 4 horas en pelotas bajo el calcinante sol del África, regresamos la langosta (osea la versión roja de Sergio) y yo a Ciudad del cabo.

Llegamos a la habitación del guest house y Sergio se sacó la ropa, pues no aguantaba el ardor. Era un tomate! Se metió en la cama y en medio de chuchos de frío, me pidió que le fuese a comprar alguna crema o gel a la farmacia. Hablé con nuestros anfitriones quienes me dijeron donde ir y que comprar, y a la media hora estaba aplicándole a Sergio un gel con aloe vera por todo el cuerpo, desde las uñas de los pies hasta la punta del pelo. Hasta ese momento nunca se me habia ocurrido que alguien podía insolarse las uñas de los pies, pero sí, comprobé que es posible.

Se imaginarán que al haber estado en pelotas, hasta sus genitales estaban de un color rojo furioso. Una vez aplicado el gel, se quedo desnudo en la cama, solo cubierto por una sábana.

Paso una media hora y sentimos que nos tocaban a la puerta, eran las locas dueñas del guest house. Venían a ver como estaba el enfermo y a preguntar si necesitábamos algo. Mientras yo hablaba con uno de ellos en la puerta, el otro, a los gritos de "Oh my God, look how red you got!" se acercó a la cama donde estaba Sergio desnudo, solo cubierto por la sábana, lo destapó para ver el daño en la piel, y para nuestra sorpresa, acerco un dedo al pito de Sergio y le hizo cosquillas mientras decía "Tilin-Tilin-Tilin"

Yo observaba esta situación totalmente atónito desde 3 metros de distancia. Que hacer? que decir? Puse cara de What the fuck! El anfitrión terminó su broma, lo tapó y salieron los dos riendo de la habitación mientras Sergio y yo nos quedamos más que sorprendidos.

Por más liberal que puedo llegar a ser, jamás a mi se me ocurriría hacerle cosquillas en el pito a un huésped, por lo menos, hasta ahora...

2 comentarios:

Abercrombie Baires dijo...

Lo peor de todo es que esas cosquillas nunca me hicieron gracia, nada más lejos de tan descabelladlo propósito. Apropósito espero que las únicas campanadas que toques sean las del timbre de casa cuando me olvido las llaves puestas en la puerta, ningún Tilín, Tilín, Tilín...

Sergio Aprea

naty dijo...

jajajajaja porque ustedes no son locas o porque nunca tubieron huespedes como la gente sino se tiran por un tilintilin....